Siguiendo esta serie de entradas sobre la APLV, creo que merece la pena profundizar un poco en este alimento que tanta importancia tiene en nuestra dieta.
La leche de vaca es la leche ideal para que la mama vaca amamante a su hijo, el ternero, y tiene absolutamente todo lo que el ternero necesita hasta el destete, al igual que la leche materna en la raza humana. Tiene la proporción ideal de proteínas, de hidratos de carbono, principalmente en forma de lactosa y tiene un porcentaje de grasas perfectamente adaptado para que el ternero crezca sano y sin ningún otro alimento que la leche de su madre. También tiene, además de todos estos macronutrientes, vitaminas y minerales y bacterias. Estas bacterias son las responsables de colonizar el intestino del ternero para que su flora bacteriana sea la apropiada, de manera que ayuda a desarrollar su sistema inmunológico y a competir con posibles patógenos en la colonización del tracto intestinal.
La composición de la leche puede ser ésta, aunque hay variaciones que dependen de la raza de la vaca, de la época del año, la dieta de la vaca y del estado de la lactancia entre otros factores:
NUTRIENTE |
Cantidad en 100g de leche |
Proteína |
3.2 |
Grasa |
3.4 |
Lactosa |
4.7 |
Minerales y vitaminas |
0.7 |
Agua |
88 |
Proteínas:
La concentración de proteína en la leche varía con la raza de la vaca y con la cantidad de grasa en la leche. Existe una estrecha relación entre la cantidad de grasa y la cantidad de proteína en la leche, de hecho, cuanto mayor es la cantidad de grasa, mayor es la cantidad de proteína.
Las proteínas se clasifican en dos grandes grupos: caseínas (80%) y proteínas séricas o seroproteinas (20%).
Los niños con APLV reaccionan frente a una o varias proteínas de un grupo, o de los dos. La betalactoglobulina (proteína sérica), es una proteína totalmente extraña para la especie humana ya que no existe en la leche materna. Por ello, es una proteína muy alergénica, que, cuando existe un contacto temprano del lactante con la leche de vaca (casos de alimentación con formula artificial o introducción temprana de la leche en su dieta), se esta introduciendo en el momento en que se están estableciendo los mecanismos de tolerancia inmunológica, y eso contribuye a la aparición de la APLV.
La caseína, también llamada alérgeno mayor se considera la responsable de la persistencia de la alergia.
Grasas:
La cantidad de grasa es muy variable. Una variación en la alimentación de la vaca tiene consecuencias inmediatas en la cantidad de grasa presente en su leche.
Para hacernos una pequeña idea, la grasa se encuentra presente formando glóbulos suspendidos en agua. Cada glóbulo se encuentra rodeado de una capa de fosfolípidos, que evitan que los glóbulos se junten entre sí, de manera que repelen otros glóbulos de grasa y atraen el agua. Siempre que esta estructura se encuentre intacta, la leche permanece como una emulsión, o sea, tal y como la conocemos. Por ejemplo, una alteración de esta estructura es la mantequilla, donde se separa la grasa del suero acuoso. La consistencia de esta mantequilla viene determinada por los diferentes ácidos grasos presentes en la leche, principalmente ácidos grasos de cadena corta.
La presencia de ácidos grasos de cadena corta es una característica única de la grasa de la leche comparada con otras clases de grasas animales y vegetales.
Además, también hay ácidos grasos de cadena larga en la leche, principalmente insaturados, como oleico y polinsaturados como linoleico y linolénico.
Carbohidratos:
El principal hidrato de carbono presente en la leche es la lactosa, cuya concentración es prácticamente constante en todas las razas de vacas y permanece inalterable aun con los cambios en su alimentación.
En una proporción significativa de la población humana, la deficiencia de la enzima lactasa en el tracto digestivo resulta en la incapacidad para digerir la lactosa. Esto es lo que denominabamos, intolerancia a la lactosa. La mayoría de individuos con baja actividad de esta enzima, desarrollan síntomas de intolerancia cuando consumen grandes dosis de lactosa, aunque suelen tolerar cantidades moderadas de leche sin padecer malestares.
No todos los productos lácteos poseen proporciones similares de lactosa. La fermentación de lactosa durante el procesado baja su concentración en muchos productos, especialmente en los yogures y quesos, por lo que estos suelen ser aptos en dietas para intolerantes. Además, leche pretratada con lactasa, que minimiza los problemas asociados con la intolerancia a la lactosa, se encuentra también disponible en el mercado.
Hablaremos de la intolerancia a la lactosa algo más en profundidad en el futuro.
Vitaminas:
La leche contiene cantidades variables de vitaminas liposolubles (A, D, E y K), y de algunas hidrosolubles, sobre todo del grupo B. Además, contiene pequeñas cantidades de vitamina C.
Minerales:
La leche es una fuente excelente de algunos minerales como potasio, calcio, cloro y fósforo, y en menor medida de magnesio, sodio y azufre. La digestibilidad del calcio y fósforo es generalmente alta, en parte debido a que se encuentran en asociación con la caseína de la leche, por lo que son muy útiles para su fijación al hueso.
Otro mineral de gran interés en la leche es el hierro, que se encuentra en muy bajas concentraciones. Se dice que los bajos niveles de hierro tienen como aspecto positivo el que limitan el crecimiento microbiano en la leche, ya que puede ser de gran importancia para el desarrollo de algunas bacterias.
Sin embargo, las bacterias presentes en la leche son precisamente las que el ternero necesita para su buen desarrollo, y es de vital importancia el crear una población bacteriana en el complejo tracto gastrointestinal que poseen, puesto que muchas de estas bacterias desempeñan un papel primordial en algunos de los procesos que allí tienen lugar.
Para nosotros, por el contrario, estas bacterias no son adecuadas, porque no poseemos su sistema digestivo, y por tanto, pueden sernos perjudiciales, ya que nuestro sistema inmune las trataría como “patógenas”. De ahí que los tratamientos térmicos a los que se somete la leche para disminuir o eliminar por completo la carga microbiana presente en la leche sean tan importantes, y que la leche sea un alimento que no deba consumirse en crudo.
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