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Posts Tagged ‘micronutrientes’

La estenosis de la válvula aórtica es una reducción del orificio de la válvula y puede ser congénito o adquirido. Cuando es adquirido, puede deberse, entre otros motivos, a una calcificación. En estas situaciones la válvula se vuelve mas estrecha de lo normal, comprometiendo el flujo sanguíneo y generando una presión entre el ventrículo izquierdo y la aorta.

Es un problema creciente de salud publica entre la población mundial, sobre todo a partir de los 65 años, y su tratamiento no es otro que la cirugía, reemplazando la válvula dañada por otra, bien sea mecánica o biológica.

En el centro de investigaciones cardiovasculares y pulmonares de Columbus, en Ohio, científicos han demostrado que la válvula puede generar calcificaciones en respuesta al tratamiento con ácido retinoico (usado en muchas cremas con efecto rejuvenecedor) . Posteriormente, este mismo grupo de científicos, comenzó una línea de investigación destinada a comprobar el efecto del exceso de vitamina A (precursor del ácido retinoico) en las mencionadas calcificaciones mediante la inducción de las mismas en animales de experimentación.

Tras un largo estudio a todos los niveles, moleculares, celulares y funcionales, mediante numerosas pruebas farmacológicas y genéticas, entre otras, este grupo de investigadores ha demostrado que la calcificación de la válvula aórtica puede producirse por consumir vitamina A en exceso.

La vitamina A es una de las cuatro vitaminas liposolubles (A, D, E y K). Estas vitaminas van vehiculizadas en la grasa de los alimentos que consumimos, y dado su carácter hidrofóbico, son muy difíciles de eliminar por nuestro organismo, tendiendo a acumularse en nuestros órganos a lo largo de nuestra vida. Según este estudio, un exceso de vitamina A en la dieta, tanto la procedente de alimentos como de suplementos dietéticos o vitamínicos, puede considerarse un factor de riesgo para el desarrollo de una enfermedad degenerativa tan seria como es la estenosis aórtica.

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Siguiendo esta serie de entradas sobre la APLV, creo que merece la pena profundizar un poco en este alimento que tanta importancia tiene en nuestra dieta.

La leche de vaca es la leche ideal para que la mama vaca amamante a su hijo, el ternero, y tiene absolutamente todo lo que el ternero necesita hasta el destete, al igual que la leche materna en la raza humana. Tiene la proporción ideal de proteínas, de hidratos de carbono, principalmente en forma de lactosa y tiene un porcentaje de grasas perfectamente adaptado para que el ternero crezca sano y sin ningún otro alimento que la leche de su madre. También tiene, además de todos estos macronutrientes, vitaminas y minerales y bacterias. Estas bacterias son las responsables de colonizar el intestino del ternero para que su flora bacteriana sea la apropiada, de manera que ayuda a desarrollar su sistema inmunológico y a competir con posibles patógenos en la colonización del tracto intestinal.

La composición de la leche puede ser ésta, aunque hay variaciones que dependen de la raza de la vaca, de la época del año, la dieta de la vaca y del estado de la lactancia entre otros factores:

 

NUTRIENTE Cantidad en 100g de leche
Proteína 3.2
Grasa 3.4
Lactosa 4.7
Minerales y vitaminas 0.7
Agua 88

 

Proteínas:

La concentración de proteína en la leche varía con la raza de la vaca y con la cantidad de grasa en la leche. Existe una estrecha relación entre la cantidad de grasa y la cantidad de proteína en la leche, de hecho, cuanto mayor es la cantidad de grasa, mayor es la cantidad de proteína.

Las proteínas se clasifican en dos grandes grupos: caseínas (80%) y proteínas séricas o seroproteinas (20%).

Los niños con APLV reaccionan frente a una o varias proteínas de un grupo, o de los dos. La betalactoglobulina (proteína sérica), es una proteína totalmente extraña para la especie humana ya que no existe en la leche materna. Por ello, es una proteína muy alergénica, que, cuando existe un contacto temprano del lactante con la leche de vaca (casos de alimentación con formula artificial o introducción temprana de la leche en su dieta), se esta introduciendo en el momento en que se están estableciendo los mecanismos de tolerancia inmunológica, y eso contribuye a la aparición de la APLV.

La caseína, también llamada alérgeno mayor se considera la responsable de la persistencia de la alergia.

Grasas:

La cantidad de grasa es muy variable. Una variación en la alimentación de la vaca tiene consecuencias inmediatas en la cantidad de grasa presente en su leche.

Para hacernos una pequeña idea, la grasa se encuentra presente formando glóbulos suspendidos en agua. Cada glóbulo se encuentra rodeado de una capa de fosfolípidos, que evitan que los glóbulos se junten entre sí, de manera que repelen otros glóbulos de grasa y atraen el agua. Siempre que esta estructura se encuentre intacta, la leche permanece como una emulsión, o sea, tal y como la conocemos. Por ejemplo, una alteración de esta estructura es la mantequilla, donde se separa la grasa del suero acuoso. La consistencia de esta mantequilla viene determinada por los diferentes ácidos grasos presentes en la leche, principalmente ácidos grasos de cadena corta.

La presencia de ácidos grasos de cadena corta es una característica única de la grasa de la leche comparada con otras clases de grasas animales y vegetales.

Además, también hay ácidos grasos de cadena larga en la leche, principalmente insaturados, como oleico y polinsaturados como linoleico y linolénico.

Carbohidratos:

El principal hidrato de carbono presente en la leche es la lactosa, cuya concentración es prácticamente constante en todas las razas de vacas y permanece inalterable aun con los cambios en su alimentación.

En una proporción significativa de la población humana, la deficiencia de la enzima lactasa en el tracto digestivo resulta en la incapacidad para digerir la lactosa. Esto es lo que denominabamos, intolerancia a la lactosa. La mayoría de individuos con baja actividad de esta enzima, desarrollan síntomas de intolerancia cuando consumen grandes dosis de lactosa, aunque suelen tolerar cantidades moderadas de leche sin padecer malestares. 

No todos los productos lácteos poseen proporciones similares de lactosa. La fermentación de lactosa durante el procesado baja su concentración en muchos productos, especialmente en los yogures y quesos, por lo que estos suelen ser aptos en dietas para intolerantes. Además, leche pretratada con lactasa, que minimiza los problemas asociados con la intolerancia a la lactosa, se encuentra también disponible en el mercado.

Hablaremos de la intolerancia a la lactosa algo más en profundidad en el futuro.

Vitaminas:

La leche contiene cantidades variables de vitaminas liposolubles (A, D, E y K), y de algunas hidrosolubles, sobre todo del grupo B. Además, contiene pequeñas cantidades de vitamina C.

Minerales:

La leche es una fuente excelente de algunos minerales como potasio, calcio, cloro y fósforo, y en menor medida de magnesio, sodio y azufre. La digestibilidad del calcio y fósforo es generalmente alta, en parte debido a que se encuentran en asociación con la caseína de la leche, por lo que son muy útiles para su fijación al hueso.  

Otro mineral de gran interés en la leche es el hierro, que se encuentra en muy bajas concentraciones. Se dice que los bajos niveles de hierro tienen como aspecto positivo el que limitan el crecimiento microbiano en la leche, ya que puede ser de gran importancia para el desarrollo de algunas bacterias.

Sin embargo, las bacterias presentes en la leche son precisamente las que el ternero necesita para su buen desarrollo, y es de vital importancia el crear una población bacteriana en el complejo tracto gastrointestinal que poseen, puesto que muchas de estas bacterias desempeñan un papel primordial en algunos de los procesos que allí tienen lugar.

Para nosotros, por el contrario, estas bacterias no son adecuadas, porque no poseemos su sistema digestivo, y por tanto, pueden sernos perjudiciales, ya que nuestro sistema inmune las trataría como “patógenas”. De ahí que los tratamientos térmicos a los que se somete la leche para disminuir o eliminar por completo la carga microbiana presente en la leche sean tan importantes, y que la leche sea un alimento que no deba consumirse en crudo.

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El desayuno es la comida más importante del día. Después de las horas de ayuno durante la noche, nuestro cuerpo necesita recargar las pilas y actualizar los niveles de energía para afrontar el nuevo día.

Está comprobado que sin el desayuno la alimentación difícilmente puede ser nutricionalmente correcta. En la distribución calórica que vimos en entradas anteriores, mi recomendación para el desayuno es que aporte aproximadamente el 20% de las calorías diarias.

Es importantísimo desayunar todos los días para conseguir un óptimo rendimiento físico e intelectual. El organismo necesita energía y nutrientes para ponerse en marcha, especialmente después de las largas horas de ayuno transcurridas desde la cena. El desayuno aporta, precisamente, la energía para empezar el día. Además, el hecho de que nuestro cuerpo haya estado expuesto a ese largo periodo de ayuno, en el que, al no ingerirse alimento, se habrán tocado algunas de nuestras reservas, permite usar parte de los macronutrientes del desayuno para reconstruirlas. De este modo, las calorías del desayuno se utilizan con mayor facilidad que las de cualquier otra comida.

El desayuno contribuye también a una correcta distribución de las calorías a lo largo del día y ayuda a controlar el peso, ya que evita que se llegue a la comida con una necesidad compulsiva de comer. No es necesario desayunar siempre lo mismo. De hecho, desayunar es algo más que tomar un café, pues el café o las infusiones no aportan prácticamente ningún nutriente. El desayuno ideal debería contar con los siguientes grupos de alimentos, preferiblemente todos juntos, aunque pueden darse casos en que no sean todos necesarios, según lo que se consuma en los snacks de media mañana o merienda:

Lácteo: Leche con o sin cacao, café o te con leche…

Cereal (preferiblemente integral): Cereales de desayuno, pan natural o tostado, galletas…

Fruta: natural o en zumos

Complementos: para untar en la tostada, por ejemplo, aceite o mantequilla, mermelada, nocilla o miel.

Como veis, es una comida que nos permite casi comer «a la carta», sólo hay que abrir la nevera o la despensa y prepararse un desayuno «a la medida».

El cacao soluble del desayuno tiene aproximadamente unas 40 kcal por cucharada, así que un vaso de leche desnatada con una cucharada de postre de cacao viene a rondar las 120 Kcal. Mientras tanto, un café con leche desnatada puede tener unas 50 kcal, y poco más de 80 si utilizamos leche entera.

Los cereales de desayuno son una buena fuente de energía. Mi recomendación es utilizarlos intregrales, y en la propia caja de los cereales, podemos observar el aporte calórico que proporcionan. Lo mismo es aplicable a las galletas, integrales Con respecto a las tostadas, también recomiendo utilizar pan integral sustituyendo al blanco, y preferiblemente pan natural en lugar de pan de molde. En general, el pan de molde tiene un porcentaje de grasas superiores, y parte de ellas pueden ser grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas, que son en general poco saludables.

Hablaremos de los distintos ácidos grasos próximamente, así como del metabolismo de la grasa, lo tengo en la carpeta de temas pendientes.

Con respecto a la fruta, suele proporcionar pocas calorías. Una pieza mediana de manzana o pera, por ejemplo, suelen ser unas 50 kcal, de plátano mas o menos el doble, porque tiene mas azúcar. Un vaso de zumo de naranja tiene unas 100 kcal.

Esta claro, solo hay que elegir y variar para hacer de nuestro desayuno una comida apetecible, saludable y llena de energía. Yo os animo a ello, un buen desayuno es la mejor manera de empezar el día!

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Una de las cosas que más he oído, de profesionales sanitarios paradójicamente, durante mis periodos de lactancia, uno de los cuales aun no he dado por terminado, ha sido cómo la lactancia afecta a la absorción del calcio (a su fijación al hueso), y cómo en el futuro, a la larga, acabaría padeciendo osteoporosis. Supongo que no he sido la única.

Pues bien, ha caído en mis manos uno de esos artículos que dan al traste con este mito sobre la lactancia, y aunque no esté del todo relacionado con la alimentación que suelo hablar en este blog, he decidido que merecía una entrada.

El articulo data de 2009, cuando se hizo un estudio sobre la masa ósea de 210 mujeres, entre las que se contaban un elevado número de multíparas y de mujeres que habían mantenido lactancias prolongadas.

Son muchos los estudios en los que se analiza la perdida de masa ósea durante la lactancia, y en los que se demuestra que dicha perdida se recupera poco a poco una vez se comienza con la alimentación complementaria. Sin embargo, en este estudio van más allá, puesto que además de lactancias prolongadas y embarazos relativamente seguidos, el estudio se lleva a cabo en un país en vías de desarrollo, por lo que la ingesta calórica materna puede/suele estar comprometida y es explícitamente más baja que la de cualquier país desarrollado. Probablemente, la ingesta de calcio sea una de las que se vean más comprometidas al disminuir la ingesta calorica (los lácteos no son de primera necesidad), sumado además a las dificultades para asimilar minerales que suelen tener en estos países dado su alto consumo de cereales. Los cereales poseen fitatos y otros agentes quelantes que impiden la absorción y la utilizacion de algunos minerales por nuestro organismo. Hablaremos de esto en otro post.

Los resultados son muy alentadores, sobre todo para las que en algún momento hemos tenido el miedo en el cuerpo por los antecedentes familiares de osteoporosis que nos acechan… Ni un alto número de embarazos (hasta 5 o más hijos) ni las lactancias prolongadas (97 meses o más) causan una disminución a largo plazo de la densidad ósea, sino que la densidad ósea puede considerarse independiente de estos factores. La osteoporosis que pueda diagnosticarse en la menopausia, nada tiene que ver con el tiempo que amamantemos a nuestros hijos.

Los autores concluyen su artículo con una frase totalmente pro-lactancia:

 “These data are in general agreement with the common view that mothers should breast feed their children as long as they can, due to the well-known positive effects of breast-feeding”.

Los resultados están de acuerdo con la recomendación habitual de que las madres deberían amamantar a sus hijos durante tanto tiempo como puedan, debido a todos los ampliamente conocidos efectos positivos de la lactancia materna (traducción libre).

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Los ácidos grasos de cadena larga omega 3, están muy de moda ya desde hace años. Los recomiendan para todo, y generalmente, cuando hay empresas farmacéuticas de por medio, no se recomienda aumentar la ingesta de pescado, sino en muchos casos, lo que se incita es al consumo de complementos vitamínicos que contienen aceite de pescado.

Muchos de los complementos nutricionales para las mujeres embarazadas que podemos encontrar en el mercado los han incorporado a su receta, alegando que son importantes para el desarrollo neurológico del feto. De hecho, estudios realizados en animales, sugieren que la deficiencia en la dieta de estos ácidos grasos, podría conducir a la aparición de problemas de comportamiento y aprendizaje, por lo que científicos de varios institutos y centros hospitalarios del Reino Unido, realizaron un estudio para comprobar si la ingesta baja de pescado azul (o aceite de pescado en su lugar, ya que son las fuentes mayoritarias de estos ácidos grasos) durante el embarazo, podría tener efectos perjudiciales en el cerebro del feto durante su desarrollo.

En el estudio, que se llevo a cabo en 2008, se utilizaron cuestionarios adaptados para medir la inteligencia y los posibles problemas de comportamiento en un grupo de 217 niños de 9 años. Sus madres habían previamente participado en un estudio previo sobre la nutrición durante el embarazo, en el que se controlo la ingesta de pescado a lo largo de todo el periodo gestacional.

Algunos de los resultados presentados indican que los hijos de madres que comieron pescado, blanco o azul, sobre todo hacia el final del embarazo, poseen una inteligencia verbal superior a los hijos de aquellas madres que no probaron el pescado. A su vez, los hijos de madres que comieron pescado azul durante el primer trimestre del embarazo, tienen un riesgo inferior de padecer hiperactividad que los hijos de las madres que no comieron pescado azul.

Sin embargo, no se encontraron diferencias significativas entre la ingesta de pescado durante el embarazo y otros problemas de comportamiento, o con respecto a la inteligencia, una vez equilibrados todos los factores.

En resumen, que aunque la ingesta limitada de pescado durante el embarazo pudiera relacionarse con hiperactividad o con un desarrollo más lento en la adquisición de las destrezas lingüísticas, los resultados de este estudio sugieren que la ingesta materna de ácidos grasos omega 3 durante la gestación, no determina, a largo plazo, el mejor o peor desarrollo neurológico de nuestros hijos.

Yo, por mi parte, no veo la necesidad de estos complementos alimenticios, ni de los que llevan omega 3 ni de los que no los llevan… tengo mis razones, pero eso, os lo contaré en otro momento. Sobre el consumo de pescado, no creo necesario aumentarlo con respecto a lo que puede ser nuestra dieta habitual, la dieta mediterranea.

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Uno de las cosas que hago, por deformación profesional, cuando me cae un artículo de investigación en las manos, es leerlo y revisarlo a fondo. Será porque es uno de mis “trabajos”, y ciertamente lo hago a conciencia.

Esta semana me llegó, a través de una de las listas de distribución de artículos de divulgación científica de la que soy miembro, un articulo relacionando el consumo excesivo de folatos, zinc y antioxidantes (beta-caroteno, vitamina C y vitamina E) con problemas asociados a la fertilidad masculina.

El artículo no es reciente, es de 2008, pero me pareció interesante leerlo, ya que sería curioso que empezasen a recomendar que, tanto la mamá como el papá, tomasen ácido fólico cuando planifican un embarazo.

La anomalía que estudian en este artículo es la aneuploidia, una alteración en el número de cromosomas, como puede ser, por ejemplo, el Síndrome de Down, que es una trisomía del cromosoma 21. Se da en aproximadamente un 5% de los embarazos y esta relacionado con un tercio de los abortos espontáneos producidos.

En general todas las mamás sabemos que, cuando estamos embarazadas, una de las pruebas que nos hacen en el primer trimestre es para detectar el riesgo de este tipo de anomalías. Los resultados nos los dan en forma de probabilidades, es decir, posibilidades de que nuestro bebé tenga Síndrome de Down, por ejemplo, basándose en ciertas medidas ecográficas, algunos parámetros analizados en nuestra sangre, y en la edad de la madre.

Según ésto, parece llevar implícito que sólo la mamá tiene que ver en la aparición de este tipo de anomalías cromosómicas, pero la realidad, leyendo este articulo, es que la dieta del papá, también puede influir.

Según Young y col, investigadores de la Universidad de Berkeley (California), la ingesta de folatos en niveles superiores a la media, estaría relacionada con una menor incidencia de diversos tipos de aneuploidia. La técnica que utilizan estos científicos estadounidenses, es la llamada FISH, (Fluorescent In-Situ Hybridization), con la que estudian el esperma de 97 voluntarios no fumadores. En 2008 esta técnica era bastante novedosa, yo misma la he usado para detectar Salmonella spp. en carne procedente de mataderos irlandeses en uno de mis proyectos. Básicamente consiste en hibridar con sondas fluorescentes los cromosomas (en mi caso las bacterias) permitiendo su visualización, distinción y estudio mediante técnicas microscópicas.

Sus resultados concluyen que una ingesta de 700 microgramos en lugar de los 400 microgramos de folatos recomendados para el hombre adulto, disminuye significativamente el riesgo de aparición de este tipo de anomalías (4 de las 5 incluidas en el estudio). Este valor sigue estando por debajo de la denominada Ingesta Maxima Tolerable establecida para los folatos procedentes de suplementos, por lo que no resulta perjudicial para la salud.

En el caso del zinc se encontró una disminución del 39-50% en la incidencia de una de las aneuploidias estudiadas, con respecto a los grupos de ingesta baja y moderada respectivamente. Con referencia a los otros antioxidantes (b-caroteno, vitamina C y vitamina E), no encontraron diferencias significativas.

Resumiendo, que si planeas quedarte embarazada, no está de más que incites a tu pareja a compartir contigo la cajita de ácido fólico.

Espero que os haya resultado interesante!

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